Ansiedad, depresión, fobias, estrés, somatizaciones, rupturas… Son las palabras más escuchadas cada vez que hablamos sobre cuando acudir a terapia. Pero la verdad es que un trabajo terapéutico es mucho más. Es un espacio para trabajar en equipo entre psicólogo y persona, donde poder crecer y aprender.
“Enfermedad” o “trastorno” son etiquetas que sirven más para trabajar y coordinarse con otros colegas profesionales que para ver y entender completamente a las personas que son únicas e irrepetibles.
Cuando alguien se encuentra mal, se ataca a su malestar, se le da un nombre y se intenta eliminar, cuanto antes mejor, como si cogiéramos un insecticida para matar a un insecto. Las emociones, no sólo las buenas, también la tristeza, el miedo y el enfado, tienen una importante función: sobrevivir en este mundo. Así que cuando nos encontramos mal, es importante entender por qué, y para qué, hemos llegado a ese punto, saliendo fortalecidos después de una gran crisis.
“El organismo lo sabe todo. Nosotros sabemos muy poco. La intuición es la inteligencia del organismo.”
Fritz Perls